“Una asociación como la nuestra, que acoge en su seno a personas honorables y que desde siempre los ha acogido, no puede tener ningún fin punible, luego su fin se halla ciertamente en el camino hacia aquella única meta última suprema. Pero una asociación tal tampoco puede proponerse una meta inferior a lo que una persona noble, completamente sola, se propondría. No puede proponerse una superior, esto está en sí claro, puesto que lo que en general no se halla en el ser humano, tampoco puede hallarse en la Orden. Por tanto, la finalidad última de nuestra Orden es necesariamente el perfeccionamiento de todo el género humano. Éste debe y tiene que ser su finalidad última, y ninguna persona honesta, esto es, ningún masón verdadero y auténtico puede, ni tampoco le está permitido, buscar en ella otra finalidad última.”


Johann Gottlieb Fichte,
Discurso de ingreso en la Logia de Rudolstadt, 1794

L a Rosacruz clásica había recuperado la tradición de Joaquín de Fiore, con respecto a las tres Edades que la humanidad debía vivir. En la antigüedad, los seres humanos fueron guiados por el Padre; con la venida de Cristo, el Hijo había acompañado a la humanidad, por medio de su ejemplo, hacia el progreso humano; debía llegar, finalmente, la Edad del Espíritu Santo, en la que un Colegio de Sabios conduciría a la humanidad hasta su perfeccionamiento último. Este era el objetivo de la Rosacruz y la misma idea se hallaba presente en Comenius.

Con el nacimiento de la masonería especulativa [o filosófica] en Inglaterra, a comienzos del siglo XVIII, y su rápida expansión por todo el continente europeo, la reforma propugnada por los rosacruces tomó muchas y variadas formas de manifestación.

Un personaje clave para entender cómo se traspasaron las ideas de Comenius a la sociedad europea fue el filósofo Karl Christian Friedrich Krause (1781- 1832). Krause se interesa por la masonería porque considera que es la única institución histórica que tiene como finalidad y razón de ser el cultivo en el ser humano de su pura y completa humanidad. Todo el sistema filosófico de Krause se fundamenta en la concepción de una sociedad ideal basada en aquello que une íntimamente a todos los seres humanos, por encima de sus diferencias, las cuales son armonizadas orgánicamente dentro de la totalidad humana.

Con Krause, las ideas de Comenius se abren camino hacia una renovación pedagógica de grandes perspectivas para el siglo XIX.

Su visión histórica de la masonería separa tres etapas claramente diferenciadas. Durante la primera, prevalece la masonería operativa, desarrollada en círculos pequeños y gremiales. En la segunda, la masonería especulativa, se abren las puertas a todas las clases sociales, lo que permite una expansión de la institución por todo el mundo. La tercera tiene como fin último educar a todos los seres humanos en la esencia de su humanidad y conducirles hacia una verdadera y concreta “Alianza de la Humanidad”. Así lo expresa en su obra de 1820, Los tres documentos más antiguos de la Hermandad masónica:

Vivimos en una época de renovación, o más bien, de un amanecer nuevo. La Humanidad despierta a una nueva vida. Estamos asistiendo al nacimiento de una asociación superior de Estados, que reúne primero a los pueblos europeos en una única totalidad […] La misma Humanidad está siendo considerada cada vez más como una totalidad orgánica […] Solo vista desde esta idea tiene valor para mí, y me es querida, la Hermandad masónica […] Ahora es el tiempo de fundar públicamente en esta Tierra la Alianza de la Humanidad, y de reunir en ella a todos las personas buenas que han llegado al verdadero conocimiento de la humanidad y de su vida. […]

[La Hermandad masónica es] el único intento social hecho hasta ahora para poner ante los ojos de los hombres las ideas de la Humanidad, de la vida de la Humanidad y de la alianza de la Humanidad, para vivir un espíritu humanista en toda su pureza.

Krause señaló la enorme influencia de la obra de Comenius en la aparición de la masonería moderna. Decía que la idea de Comenius de llegar a una comunidad de la verdadera iglesia, compuesta por todos los pueblos y lenguas, y de construirla e institucionalizarla poco a poco, fue recogida por los fundadores de la Gran Logia de Londres, como fundamento para su renovación masónica. Y que cuando Comenius expresaba, en su Panegersia, que este nuevo camino no llevará a la destrucción de la filosofía actual, de las concepciones religiosas y de las constituciones de los estados, pues ese camino no intenta destruir nada sino que se dirige a la unión de lo verdadero y bueno de todos los esfuerzos; tales palabras habían servido de modelo para escribir Las Constituciones de Anderson.

Con Krause, las ideas de Comenius se abren camino hacia una renovación pedagógica de grandes perspectivas para el siglo XIX.

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